martes, 2 de enero de 2007





2007 es el año de los 27. Arrancando el primer semestre con presidencia alemana y la incorporación de Bulgaria y Rumania, la Unión Europea con una población de casi 500 M de ciudadanos, se dirige hacia un protagonismo destacado entre los países del panorama internacional.

Si las perspectivas económicas parecen cumplirse, acentuado ayer con la entrada de Eslovenia en la disciplina del Euro, las sucesivas ampliaciones que han elevado de 15 Miembros a los actuales 27 no parecen garantizar la supremacía unionista en los foros mundiales.

El fracaso estadounidense en su invasión obsesionada de Irak y las guerras fratricidas que ello ha desencadenado en todo el Oriente Próximo han obligado a la ampliada Unión a adquirir unos compromisos políticos en pugnas ajenas al territorio propio. La política europea de seguridad, principalmente desarrollada a través del OSCE y cuya presidencia España asume en 2007, ha visto como tropas europeas y asesores militares han tenido que involucrarse con su presencia y apoyo económico y humanitario en no pocos frentes abiertos. Aparentemente en nombre de la paz, contingentes de distintas nacionalidades europeas están presentes bajo bandera de la Naciones Unidas en otros Estados como Irak, Afganistán, Líbano. En realidad, en el trasfondo vuelve a destacar esa presencia más allá de lo altruista para denotar los intereses económicos y estratégicos de las economías desarrolladas, entre cuales se encuentra la Unión.

En un ambiente que no es precisamente para echar cohetes, la Unión Europea navega por turbulentas aguas internacionales en esta nueva andadura hacia su última ampliación. Lo que no se debe olvidar que el propio navío de la UE hace aguas en asuntos internos tan vitales como son – la frustrada Constitución, la ineficacia de sus órganos de gobierno y el acuciante problema de la inmigración de otros continentes.

Al presidir Alemania este semestre, además, habrá que poner especial atención a la estrategia que emplee para consolidar su liderazgo a través de sus políticas en terrenos tan espinosos como serán las relaciones con la Rusia de Putin y la liberalización de los mercados energéticos. La probable parcialidad de Merkel en el trato preferente que recibe Rusia por la importancia del suministro del gas por la estatal Gazprom y la voluntad de ésta que sean las empresas eléctricas alemanas las que capitaneen el mercado energético podría hacer quebrar de nuevo el ya débil nexo entre Estados Miembros.

Si ya Polonia vetó hace mes escaso el acuerdo con Putin en una cumbre bajo presidencia finlandesa, quizás veamos como los condicionantes de la estrecha relación de una empresa alemana liderada por no menos que el anterior Canciller alemán, Schroeder, y la firme voluntad de Merkel de aupar a E.ON acabe provocando no pocos quebraderos de cabeza durante este semestre.

Además, Merkel se ha empeñado en la nada fácil tarea de convocar una conferencia con los países de África al mismo tiempo que llevar a cabo un consenso en lo relacionado con la moribunda Constitución de la Unión. Mujer de firmes propósitos que datan de sus etapas menos democráticas en la difunta RDA, Merkel pretende subrogar a los líderes europeos hacia sus tesis, con el serio reto de poder generar confianza entre los mandatarios de Francia, el Reino Unido, España e Italia, principalmente. Polonia jamás confiará en ella por razones más que obvias de Estado y de falta de empatía entre sus mandatarios.

Lo que no habrá que olvidar es que España, con la presidencia del OSCE de turno todo el año en curso y con Javier Solana ejerciendo un peso específico desde su alto cargo como Número 2 de la Unión, no deben dejar de hacer valer las tesis españolas en distintos temas donde éstas difieren con las de Merkel. No hay que olvidar que Alemania, igual que Japón, después de años sin ejército armado, pretende recuperar su poderío militar de antaño. Ya hemos visto a lo largo de la Historia el riesgo que genera esa voluntad de armarse para la supuesta defensa propia.

Con la entrada de Bulgaria y Rumania, la Unión Europea, además, adquiere nuevas fronteras con Estados que difícilmente pertenecerán a la Unión. Sobre todo, la frontera rumana abrirá nuevas infiltraciones de ilegales desde repúblicas de la antigua USSR, ansiosos de mejor calidad de vida. Por lo tanto, la moratoria planteada en España y otros países a la libre circulación de trabajadores de Bulgaria y Rumania no será el único problema a afrontar sino que estará agravado por la circulación de éstos más otros como los moldavos y ucranianos.

Alemania, temerosa desde siempre de flujos migratorios, en su presidencia intentará dificultar las negociaciones con Turquía pero además, provocará el desvío de esos flujos hacia otros territorios de la Unión, entre ellos España, donde ya hay una presencia relevante de rumanos y búlgaros.

Ante esta probable situación, la Unión Europea que parece no llegar, tendrá que sufrir bastantes vaivenes y hasta sacudidas, más allá de los ambiciosos propósitos económicos de la Canciller Merkel.

Habrá que estar muy atentos a este año 2007 por las presiones que supondrán la presidencia alemana y las sorpresas que pueden llegar con las elecciones y posibles cambios de política en algunos de los principales Estados Miembros.

Hacer la Unión es algo más que seguir agregando Estados y población. A ver si se enteran de una vez que las euforias de Lisboa del 2000 casi nos han llevado a la quiebra de un sueño europeo. La Unión Europea es mucho más que los meros intereses económicos de los grandes Estados y de la implantación de la moneda única europea.



Fernando Fuster-Fabra Fdz.
Consultor – Relaciones Internacionales